La Influencia de Rumi en Occidente



La influencia de Rumi en Occidente

escrito por Şefik Can


Siempre ha existido un interés creciente por el sufismo en los países occidentales, un amplio público se muestra muy receptivo ante las disciplinas sufíes y Rumi, autor y pensador sufí por antonomasia, y quien asimismo, y confirmando lo anteriormente expuesto, es uno de los poetas cuyas obras han tenido uno de los mayores éxitos de ventas en oriente y occidente. Aunque las obras de Rumi, el enamorado de la humanidad y al apasionado de Dios, ahora han sido leídas por millones de personas en el mundo occidental, muy poco se conocía acerca de Rumi y el sufismo en Occidente hasta bien entrado el S.XVIII. Desde entonces, varios eruditos y académicos occidentales han realizado enormes contribuciones en pos de una mejor comprensión de la figura de este líder espiritual y poeta. Hacia finales del S. XVIII, un embajador francés llamado J. De Wallenbourg que vivió en Estambul durante cierto tiempo, tradujo al francés el Masnavi al completo.





Desafortunadamente, aconteció un incendio en Beyoğlu en 1799 y este importante escrito se quemó, perdiéndose irremediablemente pasa siempre. Hammer, que era un conocido orientalista alemán residente en Turquía así como autor de «La Historia de los Otomanos», se hallaba también interesado en el legado de Rumi.[1] Indicando la importancia de Divan-i Kabir escribe: Separándose de las diferencias exotéricas y los asuntos del mundo de todas las religiones positivas, Rumi encontró al Ser Supremo y Eterno, y en las alas de las alegrías espirituales más enaltecidas y el placer, se elevó a niveles que otros poetas (incluyendo Hafiz) no pudieron alcanzar. Rumi no sólo sobrepasa al Sol y la Luna sino también el tiempo y el espacio, la creación, la asamblea de Alast y el Día del Juicio Final y alcanza el infinito y desde allí alcanza al Ser Absoluto que es Eterno y Omnipresente y personifica al último siervo, al infinito amor y al enamorado. Desafortunadamente, las traducciones realizadas por Hammer del Masnavi y del Divan-i Kabir no son tan bellas y elocuentes como sus traducciones de Hafiz. Pero aunque estas traducciones no reflejaron los maravillosos y profundos significados de la poesía de Rumi, estuvieron dotadas de una gran importancia porque presentaron a Rumi en Occidente. Hammer, como he citado anteriormente vivió en Turquía durante un tiempo. Se puede afirmar con seguridad que durante su estancia en Estambul, visitó con frecuencia diversas bibliotecas y asistió a ceremonias en los centros mevlevi donde también recopiló pareados y cuartetos que se recitaron durante estas ceremonias. El siguiente cuarteto se halla entre estos poemas que recopiló y aparece en la lengua materna de Rumi, el persa: «¡Ay amor, sus estados y su dolor! El fuego del amor ha abrasado mi corazón». En aquellos años, asimismo, las odas de otro hombre ligado a Rumi, Friedrich Ruckert (fallecido en 1866), fueron publicadas en Alemania. Estas odas expresaron el amor divino, todas y cada una de ellas. Ruckert, quien es considerado como uno de los más célebres orientalistas alemanes, intentó presentar el amor divino de Rumi al pueblo germano con sus poemas, empleando la oda como forma poética por vez primera en Alemania. En realidad, Friedrich Ruckert no sólo era un gran orientalista sino también un gran sufí. Con el apoyo, el estímulo y la ayuda de Hammer, aprendió árabe, persa y turco. Era un devoto enamorado de Dios en espíritu. Se enamoró de Rumi tras leer el honorable Masnavi y el Divan-i Kabir. Se halló asimismo en Rumi. Tradujo al idioma alemán cuarenta y cuatro odas de Rumi en verso. Publicó en 1820 estas traducciones que compuso con amor y gran sentimiento, y que albergaban sus profundos sentidos en su corazón en la ciudad de Stuttgart, obra que tituló Odas. Tras transcurrir dos años, se publicaron las selecciones de Ruckert en Leipzig con el título de Östliche Rosen («Rosas Orientales»). Después tradujo en verso las obras de poetas como Sadi, Hafiz y Jami. Con esta obra, Ruckert quiso mostrar a los europeos la grandeza de los maestros sufíes del Islam y hacerles sentir el amor divino que expresaban.

A través de las odas de Ruckert, la población alemana conoció a Rumi y con este libro se introdujo la oda en la literatura alemana como forma poética. Pronto apareció otra traducción alemana del Divan-i Shams-i Tabrizi, que contiene poemas seleccionados del Divan-i Kabir. Hacia finales del último siglo académicos e intelectuales de todo el mundo han comenzado a mostrar gran interés por Rumi. En uno de sus libros, Hermann Ethe, un famoso orientalista alemán describe a Rumi como «el más grande poeta sufí de Oriente hasta la fecha». En Alemania, Helmut Ritter, quien asimismo es muy conocido en Turquía, estudió el legado de Rumi exhaustivamente. Este gran erudito realizó estudios de gran valía acerca de la vida de Rumi, su poesía, el ney —un instrumento de viento tradicional y las ceremonias sama es que estaban basadas en los manuscritos más antiguos. Con sus tratados sobre la historia del sufismo, nos ayudó a entender mejor muchos aspectos de Rumi. No debemos olvidar tampoco al gran poeta Hans Meinke (1884-1974), gran enamorado de Rumi, el cual ejerció gran influencia en su persona. Meinke conoció a Rumi por vez primera a través de los estudios de orientalistas alemanes, estaba fascinado con el Amor Divino en Rumi y dedicó toda su obra poética a Rumi. También viajó a Konya para visitar la tumba de Rumi. Aunque este poeta desconocía el idioma persa, sintió el espíritu de Rumi y especialmente el infinito Amor Divino en los poemas de Rumi y lo reflejó sorprendentemente bien en cientos de odas que escribió en nombre de Rumi. Debemos también recordar con sumo respeto a la Profesora Annemarie Schimmel (1923-2003), célebre orientalista, y admiradora de Rumi.[2]


De todos los orientalistas en Occidente, Schimmel es la investigadora que escribió la mayor cantidad de libros y artículos acerca de Rumi. Escribió no sólo acerca de Rumi en alemán, inglés y turco sino que también tradujo el Yawidname de Iqbal al turco y escribió un comentario sobre ello. Así como los individuos comprenden y valoran a Rumi según sus ideas personales, talentos, inclinaciones, percepciones y pensamientos, del mismo modo las naciones se han aproximado a Rumi a su modo. Un cuidadoso estudio mostrará que entre las naciones europeas, alemanes y británicos son las naciones que más han concentrado sus líneas de investigación en Rumi. Características de la nación alemana como la disciplina, la destreza y la capacidad de trabajo poseen al mismo tiempo un espíritu místico. Por ejemplo, Martin Lutero (fallecido en 1546) que inició el movimiento religioso de la Reforma, era alemán. Ya que los alemanes se inclinan en espíritu hacia la fe y la religión, se han identificado con Rumi y han estudiado sus libros más que ninguna otra nación en Europa, a excepción de los ingleses. En lo que se refiere al interés británico en Rumi, Hippolyte Taine (fallecido en 1893), un académico francés experto en literatura inglesa, afirmó que los habitantes de las islas británicas, separadas geográficamente del continente europeo y rodeadas por una frecuente niebla espesa así como por un mar en ocasiones agitado, no se hallaban satisfechos con lo que les rodeaba y sintieron una necesidad de explorar el mundo exterior, escudriñando el mundo conocido más allá de ultramar. A diferencia de los franceses, unos teóricos y los italianos, artísticos y ponderados por naturaleza, el decidido y pragmático ingles también alberga una fuerte inclinación hacia el pensamiento místico. Su amor hacia la experimentación, su antipatía ante los conceptos impuestos y una aproximación más lógica hacia las emociones les ha llevado a comprender a Rumi más profundamente y a estudiar su obra y vida minuciosamente. Así pues, terminaremos este apartado con los admiradores de origen británico de Rumi. En 1881, Sir James W. Redhouse tradujo en verso el primer volumen del Masnavi al inglés. También incluyó un número de tradiciones e historias del Manaqibu’l Arifin de Aflaki al inicio de su traducción. E.H Whinfield estudió los seis volúmenes del Masnavi y más tarde tradujo en verso pasajes seleccionados de la misma obra y los publicó en 1898 con el nombre de Mas­navi-i Manavi. En su Masnavi compendiado en verso, Whinfield condensó las historias y luego diligentemente tradujo al inglés —respetando al máximo la rima y la métrica de los versos— los fragmentos relativos a los asuntos espirituales. El hecho de que esta traducción del Masnavi fuese publicada en dos ocasiones, concretamente en 1979 y en 1984, muestra la gran acogida que tuvo entre el publico angloparlante. En 1898, en el prefacio de la primera edición, E.


H Whinfield introdujo el Masnavi a los lectores ingleses, escribiendo: «El Masnavi se dirige a aquellos que abandonan el mundo, intentan alcanzar a Dios y permanecer en su cercanía, se deshacen de sus egos, dedicándose por completo a la contemplación espiritual». Edward Henry Palmer (1840-1882), célebre en Inglaterra por sus excelentes estudios sobre el sufismo, publicó poemas seleccionados de Rumi en una obra titulada Song of the Reed («La Canción de la Flauta de Caña»). Con esta publicación, Rumi no era tan sólo presentado a los lectores británicos sino también a toda la población de habla inglesa. En una publicación periódica publicada en 1886, cierto académico llamado J. Scherr escribió acerca de Rumi: «Juro que no ha habido en el mundo un enamorado de Dios más dulce y encantador que Rumi». Reynold Alleyne Nicholson (1868-1945), considerado uno de los más grandes orientalistas y eruditos —sino el que más— dedicados al estudio de Mevlana y su legado en lengua inglesa, llevó a cabo su primer trabajo sobre Rumi a través de la traducción de cierto número de poemas selectos. En su libro titulado Selected Poems from the Divan-i Shams-i Tabriz («Poemas seleccionados del Divan-i Shams-i Tabriz») aparece una selección de cuarenta y ocho poemas del Divan-i Kabir. El texto original de cada oda se incluye en el libro así como su traducción, que aparece impresa en la página contigua. Existen también explicaciones al final del libro. Debemos confesar el hecho de que en Turquía no se ha publicado una antología de Rumi tan bien preparada como ésta, dotada de un gran sentido de la perfección y seleccionada con tanta minuciosidad, fiel depositaria del texto original. Es necesario precisar que los orientalistas antes mencionados, el académico inglés Graham, el orientalista alemán Hammer y el poeta alemán sufí Ruckert, afirmaron —erróneamente— que todos los poemas aparecidos en las copias impresas del Divan-i Shams-i Tabrizi y el Divan-i Shamsu Haqa’iq a los que tuvieron acceso eran poemas auténticos de Rumi. Ya que la edición del Divan-i Kabir que compiló meticulosamente el Profesor Furuzanfar de la Universidad de Teherán y que se publicó en Teherán no existía en aquella época, estas obras que contienen, en realidad, poemas que no pertenecen a Rumi, han inducido a error a los orientalistas occidentales. Retomando de nuevo las investigaciones del gran admirador de Rumi que fue R.A Nicholson, éste trabajó toda su vida y con la inspiración de Rumi y su influencia espiritual tradujo al inglés obras inestimables de otras personalidades y poetas sufíes, y enseñó el camino a mucha gente con su deleite en pos de la gnosis. Pero el estudio más importante de Nicholson fue la traducción y el comentario de los seis volúmenes del Masnavi. En esta obra de ocho volúmenes, cuya publicación comenzó en 1925, Nicholson elaboró el texto más fidedigno del Masnavi así como su traducción y comentarios que lo acompañan. Nicholson no era únicamente un gran orientalista y un erudito de renombre sino que a su vez, era también un gran enamorado de Dios. Como cuentan sus conocidos y estudiantes, derramaba lágrimas durante las lecturas y conferencias acerca del Masnavi, permaneciendo encandilado durante su recitación. En una habitación de su casa decorada en un estilo oriental, preparaba la explicación del Masnavi llevando el tocado alargado y cilíndrico de la orden mevlevi. Se dijo que Nicholson completó este comentario en cuarenta años.

Arthur John Arberry (1905-1965), que accedió al cargo de director del Departamento de Lenguas Orientales en la Universidad de Cambridge tras Nicholson, siguió el mismo camino que su predecesor y continuó traduciendo las obras de Rumi. Además de traducir los cuartetos de Rumi y Fihi Ma Fih, publicó también una selección de cuentos del Masnavi en dos volúmenes. Unos años antes de su muerte, Arberry le comentó a un intimo amigo: «Dedicaré los años que me quedan de vida exclusivamente a estudiar el legado de Rumi porque es posible que encuentre en él curas espirituales y consolación para los sufrimientos de nuestro tiempo». Debo mencionar también estas frases del discurso que ofreció Eric Walter Frederick Tomlin (1913-1988), el antiguo director del Comité Cultural Anglo-turco, en las celebraciones conmemorativas del aniversario de la muerte de Rumi en 1960: «A pesar de la sublimidad del pensamiento de Rumi, se da también un fenómeno que se denomina imaginación concreta, el cual se infiltra en el espíritu del lector y lo atrae hacia sí. Siempre que leo pasajes de la obra de Rumi, me acuerdo de Chaucer. Pero Chaucer (fallecido en 1400), que es una de las figuras más distinguidas de la literatura inglesa, no poseía perspectivas religiosas tan profundas como las de Rumi. No podemos alcanzar la verdad inmediatamente. Como señala Rumi en su primer libro del Masnavi, “Dios ha dispuesto una escalera frente a nosotros. Tenemos que subirla de escalón en escalón”. Encuentro la verdad que Rumi ha traído no sólo a su patria sino también a todos nosotros en el cuarto libro de su Masnavi: “Los creyentes son muchos pero los hombres son uno”. Terminaré mi exposición con una frase de Rumi que señala la misma verdad y es un ejemplo de la imaginación concreta mencionada anteriormente: “La luz solar proveniente del cielo es mil veces más intensa en lo que respecta a los patios que ilumina. Pero si derribas los muros que se hallan entre todos estos patios iluminados, todas estas luces fragmentadas son la mismísima cosa”». Quizá los franceses no mostraron el mismo interés en Rumi que así hicieron ingleses y alemanes. Sin embargo, los viajeros franceses que recorrieron el Imperio Otomano estaban muy interesados en las ceremonias sama celebradas en los semahanes. Han incluido estas ceremonias en sus memorias y algunos pintores han representado en sus obras a los derviches girando, lo que incrementó el interés. C.L. Huart, un orientalista francés que visitó Konya en 1897, escribió un libro sobre Konya. Más tarde tradujo al francés el Mana­qibu’l-Arifin de Aflaki con el título «Los derviches giradores». Esta traducción llevó a Maurice Barres, una famosa figura literaria y miembro de la Academia Francesa, a visitar Konya. Barres, visitó el dergah y la tumba de Rumi en 1919, tomó unas notas que publicó en 1923 con el título de «Una entrevista en las ciudades de Oriente». Mehmet Önder tradujo algunas secciones de este libro en 1969 con el título de «En presencia de Rumi». Maurice Barres, este enamorado de Rumi, comienza sus memorias del modo siguiente: No puedo esperar. Quiero ver el Samahane de Rumi, el salón de las ceremonias sama y su tumba, experimentar el divino éxtasis y oír las melodías de su poesía. Es un genio tal que olor, luz, música y un poco de vida bohemia emanan de él. Sus expresiones originales en la poesía son intensas y divinas. Embelesan al lector. ¿Sólo al lector? No. Rumi es en sí mismo un embelesamiento y gira en sus poemas. Puso un libro en nuestras manos para acercarnos a su mágica atmósfera. Si tengo suerte veré a los derviches mevlevíes girando, los seguidores de su camino, que se mueven diestramente al compás de su música. Su memoria ha permanecido viva durante siete siglos, de generación en generación, y su nombre se menciona alrededor de su tumba con entusiasmo cada día. ¡Qué afortunado me considero![3] De la traducción del mismo libro de Asaf Halet Chelebi, Barres reconoce: «En mi opinión, no se puede comparar la vida de Rumi con la vida de ningún otro poeta, a quienes considero los mensajeros del mundo del entusiasmo, la luz y la alegría. Después de contemplar a los derviches girar y cantar a su ritmo, noté que faltaba algo en Dante, Shakespeare, Goethe y Hugo».[4]

El libro de Barres tuvo una gran acogida en Francia y la excelsa figura de Rumi y su obra fue finalmente conocida por numerosos académicos, personalidades literarias y poetas franceses fueron presentados. También la investigadora Myriam Harry publicó un libro titulado «Mevlana Jalalu’d-deen» en 1956. En tiempos recientes en Francia, concretamente en Paris, la profesora Eva de Vitray ha estado estudiando a Rumi y ha completado una obra titulada «Rumi y el sufismo».[5] La profesora Irena Melikoff, otra admiradora de Rumi, también trabaja en este campo. En Italia, también existen admiradores de Rumi. Debemos recordar en la Universidad de Roma a los profesores Alessandro Bausani y Anna Masala. Asimismo en Holanda, el Profesor Brakell Busy y el Doctor Carp, en Dinamarca el Profesor Asmussen y en Suiza el Profesor Burgel, todos ellos admiradores de Rumi. En los últimos años ha habido un incremento en el interés por Rumi en Rusia. La amplia investigación de Radi Fis en Moscú en 1972 sobre la vida de Rumi, sus opiniones y libros es un ejemplo de dicho interés. En los Estados Unidos existe una gran admiración por Rumi. Se merece, sin lugar a dudas, el título de poeta más leído en América. Su influencia es evidente en el mundo académico así como en círculos sufíes. Un gran número de grandes figuras del país han escrito acerca de Rumi. William Chittick, Kabir Helminski, Colman Barks y recientemente Frankin Lewis son algunos ejemplos. También, hay instituciones dedicadas a las enseñanzas de Rumi.[6]

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[1] Este erudito de gran valía que dominaba los idiomas árabe, persa y turco a la perfección, tradujo al alemán el Divan de Hafiz Shirazi. En su libro «La Literatura Persa», publicado en 1818, Hammar explica ampliamente las obras de Rumi (páginas 163-98) y describe el Honorable Masnavi como un libro que deberían leer todos los sufíes que se hallen en los territorios que se extienden desde el río Ganges hasta las riberas del Bósforo.
[2] Schimmel (fallecida en 2003), quien era a su vez una poetisa, nació en Erfurt, Alemania, en 1922. Mostró interés por el idioma árabe en su juventud, y además de dicha lengua aprendió los idiomas persa y turco. Después de licenciarse por la Universidad de Berlín a la edad de 19 años, Schimmel quedó enamorada de la figura de Rumi leyendo su obra poética en su lengua original, y así, comenzó a traducir la obra poética de Rumi. Viajó a Turquía por primera vez en 1952 e impartió lecciones durante cinco años en la Universidad de Ankara, concretamente en el Departamento de Historia de las Religiones, en la Facultad de Teología. Tras su periplo turco se incorporó a la Universidad de Bonn. En 1967, empezó a enseñar en la Universidad de Harvard. Muchas universidades le concedieron el título de doctor honoris causa. Su obra publicada acerca de Rumi se titula «El Sol Triunfal: Un estudio de las obras de Yalaluddin Rumi» (Albany, NY: Universidad del Estado de Nueva York, 1993).
[3] Mehmet Önder, «Hazret-i Mevlana Hayatı ve Eserleri» (Estambul: Tercuman Yayınları), pág. 232.
[4] Asaf Halet Celebi, «Mevlana Hayatı ve Şahsiyeti», (Estambul: Kanaat Kitabevi, 1939), pág. 50.
[5] Eva de Vitray-Meyerovitch, «Rumi y el sufismo» (Sausalito, California: Post-Apollo Press, 1977 (en lengua francesa. 1987 (traducción al idioma ingles).
[6] El «Foro de Rumi para el diálogo interconfesional» con sede en Washington D.C es uno de ellos. Existe también un festival anual sobre Rumi en el estado de Carolina del Norte, EEUU.

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